viernes, 12 de noviembre de 2010

Algo más que orgullo




Manny Pacquiao y Antonio Margarito tienen frente a sí la motivación que necesitan para vencer a su rival cuando hoy, cerca de las 10 de la noche, suban al ring del Cowboys Stadium en Texas. La empresa Top Rank ya se saborea todas las regalías que saldrán de los derechos para ver la contienda por televisón. El escenario está listo. Los peleadores, están preparados.

Pacquiao, quien fuera electo diputado en su natal país (Filipinas) tiene un plan entre manos. La pelea contra Margarito será documentada por su equipo, para que sirva de motivación en una futura campaña presidencial y le demuestre que puede derrotar a rivales de mayor peso.

Además, tiene también la espina de que el mexicano se burló descaradamente del mal de Parkinson de su entrenador, Freddie Roach, una total falta de respeto que solo servirá para motivar más a Pacquiao a darle una paliza, utilizando su resistencia y la velocidad de sus golpes, armas que le han servido de mucho para ganar en siete divisiones distintas.

El reto, sin embargo, es mayor esta vez. Manny debió subir a 154 libras para entrar en la división superwelter y pelear con Margarito. Debió sacrificar horas de entrenamiento, debió levantarse en la madrugada solo para comer y ganar kilogramos. No fue nada fácil para él.

Margarito, entretanto, tiene mucho que probar. Como por ejemplo, que ese año que estuvo suspendido por uso ilegal de una sustancia similar al yeso en sus guantes justo antes de su pelea ante Mosley no le quitó facultades. Como por ejemplo, que puede vencer a los mejores del mundo, luego de haber caído destrozado ante «Sugar Shane» y Miguel Cotto. Y como por ejemplo, ese orgullo intocable del que hacen alarde los púgiles mexicanos. La ventaja de tamaño (1,80 metros por 1,69), peso (160 libras por 153) y alcance es suya.

Todos está listo para la batalla de Texas. Señoras y señores, ocupen sus asientos, relájense y disfruten.

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